viernes, 29 de octubre de 2010

Sobre la educación en España

Magnífico artículo de Daniel Martín, extraído de la República de las Ideas:

"Mientras los políticos continúan centrándose en memeces que no interesan a nadie (1), muchas personas con un mínimo interés ciudadano se preocupan por el lamentable estado de la educación. Las nuevas generaciones, desde la infancia hasta la treintena, se muestran poco o nada preparadas ni cultural ni cívicamente para convivir en un siglo democrático, aunque sea en apariencia. La formación de los chavales no funciona y, aunque a menudo se reduce el problema a la formación del profesorado o al limitado plan de estudios, la cuestión es de mayor complejidad.

A mi entender, las carencias se sustentan sobre tres asuntos esenciales:

1. Sociedad. Vivimos tiempos oscuros en lo social: el clima de amoralidad convierte en obsoletos los viejos vicios inmorales. La realidad nos muestra cada día que “todo vale” en aras del triunfo, el éxito o la popularidad. Los políticos son pésimo ejemplo en casi todo, aún más en lo ético. Los ídolos populares llevan el nombre de la zafia Belén Esteban o la “presunta” Isabel Pantoja. La “timé” social rara vez está causada por el mérito, el trabajo duro, la constancia, la dedicación… Existe la impresión, basada en la realidad más cruda, de que cuanto más implacable se sea y menos principios se tengan más posibilidades habrá de medrar en la escala social. Ese es el espejo donde se ven reflejados los jóvenes. Y a eso se une un consumismo regalado y carente de espíritu.

2. Familia: El modelo familiar ha cambiado enormemente. Con los dos padres trabajando y una mentalidad más egoísta, los progenitores tienen menos tiempo y voluntad para ocuparse de sus hijos, por tanto menos supervisados, apenas controlados, muy poco vinculados por sentimientos filiales. La laxitud moral, la indolencia paternal, las pocas ganas de tener problemas con los niños en esos escasos momentos que comparte la familia, han creado dos situaciones terribles: o el chaval vive montaraz en completa desafección, o se convierte en una especie de tirano que domina a sus padres, en ocasiones poseídos por cierto terror a ofender o perder a sus retoños. Cuando las dos circunstancias se unen el problema alcanza colosales dimensiones.

3. Sistema educativo: Más allá de los planes educativos, paupérrimos, y de la prolongación de la enseñanza media hasta más allá del grado universitario, el gran problema de nuestro edificio formativo es haber eliminado los valores del rigor, el mérito y la excelencia. Pasar de curso, casi siempre, es un mero trámite. Conseguir un diez no es demasiado difícil y con un poco de atención, un mínimo de esfuerzo o algo de picardía uno puede conseguir un título universitario sin necesidad de haber aprendido nada. El sistema promueve la molicie, el conformismo, la escasa o nula inquietud intelectual. De ahí que los mejores de ahora habrían sido mediocres hace 20 años, incapaces de aprobar la reválida de bachillerato de hace medio siglo.

Como se ve, no considero que la formación del profesorado sea un problema. La enorme mayoría de los maestros saben lo que hacen, y lo siguen haciendo –¡Vocación enorme, la del docente!– a pesar de que las condiciones sociales, familiares y legales promuevan este clima de servidumbre indolente, a menudo insolente.

Mientras los políticos continúan mirando a otro lado, el sistema continúa lanzando a la ciudadanía a muchísimos jóvenes de profunda amoralidad, poco o nada interesados en nuestra pésima política pero contradictoriamente esperanzados en que el Estado les dé de todo, a menudo muy cabreados y cercanos a movimientos extremistas, casi siempre ausentes a lo que sucede en su entorno más cercano, poco preparados y siempre dispuestos a medrar aun a costa del otro. Aún no es demasiado tarde para reaccionar, pero queda un largo camino si queremos construir un buen edificio que eduque, forme y construya ciudadanos con la capacidad de serlo y convertirse en modelos de conducta, civismo, humanidad.

(1) ¡Mira qué querer regular los juegos practicados durante los recreos por considerar sexista que sólo las chicas salten a la comba o jueguen al fútbol más chicos que niñas! Medidas como esa sólo demuestran la suciedad en la mirada de sus promotores y defensores."

lunes, 18 de octubre de 2010

Democracia, democracia

Extraído del diario digital República de las Ideas:

"Ayer sin previo aviso ni autorización he tomado la palabra en el Congreso de los Diputados y he pedido a los allí reunidos que concluyan la legislatura, disuelvan las Cortes y convoquen unas elecciones constituyentes. No pude decir más, amén del ¡Viva la República! porque el presidente del Congreso me retiró la palabra –y luego la acreditación-, pero hora es que en este país se ponga un punto y aparte al excesivo tiempo y régimen de la transición y que se pase de manera decidida a una reforma democrática de la Constitución porque los males que aquejan al dolido cuerpo de España, ahora aumentados por el cáncer de la crisis económica y social que nos ha conducido a los cinco millones de parados y de familias desesperadas, no es en el caso español fruto exclusivo de la hecatombe internacional del sistema financiero del estallido de 2007.

Ni siquiera toda la responsabilidad del deterioro español corresponde a los malos gobernantes que negaron la crisis y se declararon incapaces de hacerle frente desde el gobierno, ni desde la inútil y acéfala oposición, que considera de manera irresponsable los problemas de España una bendición para sus ambiciones de poder.

Las causas del deterioro político, económico y social de España son más profundas y residen en la ausencia en nuestro ordenamiento jurídico y constitucional de todo sistema de control de la vida pública política, o de una verdadera Democracia donde la separación de los poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial sea realidad y no una simulación (solo hay separación de funciones) y donde las Cortes Españolas acojan a los auténticos intérpretes de la soberanía nacional, salidos de un sistema electoral justo y representativo y no de las listas cerradas y controladas por aparatos de los partidos donde habita –salvo en contadas excepciones- un funcionariado ajeno a la excelencia representativa del conjunto de la Sociedad.

Los que inundan los escaños del Congreso y él inútil y políglota Senado con su obediencia debida al mandato imperativo de los jefes de filas donde el liderazgo también ha caído en el mismo saco de la mediocridad, y donde merodeadores de las patrias chicas y periféricas –en las que se recortan las libertades y la dignidad ciudadana- hacen su agosto en la compraventa de votos y competencias, aprovechando el rio revuelto nacional, como lo acabamos de ver en el pacto de Zapatero con Urkullu.

O la gran cama redonda donde los poderes del Estado, y los fácticos de las finanzas, la Iglesia, los jueces amigos, las grandes embajadas y los medios de comunicación retozan a sus anchas en la bacanal de los promiscuos pactos y repartos que impiden todo control democrático. Y que a lo largo de los últimos años nos han llevado por los derroteros, asumidos y tapados, del golpe de Estado, la corrupción, los crímenes del GAL, los impunes escándalos financieros, y la adoración del becerro de oro en los tiempos de las vacas gordas donde, dicho sea de paso, la cohesión nacional y el nombre de España se han dejado por el camino jirones de su Historia y de la hoy desvaída identidad nacional, ahora groseramente asimilada a la selección del fútbol nacional.

Y no es verdad que en estos tiempos de tribulaciones no se pueden hacer mudanzas de corte constitucional en pos de la Democracia, porque ese socorrido argumento ya se ha utilizado en numerosas ocasiones y porque la agotada transición ya está al final de su escapada y merece la profunda reforma constituyente que se le negó a la muerte del dictador, temerosos del poder aún latente de la dictadura moribunda y de la debilidad de la incipiente oposición democrática, para justificar la renuncia de la ruptura con el argumento de la “reconciliación” nacional, que el presidente Zapatero ha querido revisar con su ley de la Memoria Histórica sin compensarlo con la reforma democrática, que los gobiernos del PSOE y del PP se han negado a abordar a lo largo de los últimos treinta y dos años, toda una ¡eternidad!

Nada de esto, de la impostura partitocrática vigente, de la necesaria reforma constitucional y de la dañada cohesión nacional, se ha dicho nunca en el Congreso de los Diputados en todo este tiempo. Y hora era, aunque tardía, que alguien lo pronunciara en esa Cámara aunque fuera con pocas palabras que seguramente no figurarán en el acta de la sesión, lo que no les resta un ápice de verdad en su denuncia y petición constituyente frente al calculado silencio y complicidad de quienes son autores y responsables de la grave situación nacional. Fígaro"