jueves, 30 de diciembre de 2010

El año que vivimos peligrosamente

Artículo de Luis de Velasco, publicado en el diario digital "República de las Ideas", con el cual estoy muy de acuerdo:

"Si uno es realista, no puede dejar de ser pesimista viendo lo ocurrido el año que termina así como lo que, previsiblemente, nos espera en el que comienza. ¿Vamos a ir de “El año que vivimos peligrosamente” a “El hundimiento”?

La sociedad española, carente de pulso ciudadano, fruto de años y años de anestesia aplicada por los grandes medios de opinión, tras unos años de falsa prosperidad ha despertado la realidad de una crisis mucho más que económica. Esta sociedad líquida y débil se tiene que enfrentar a una crisis también política, institucional y de valores. Y lo debe hacer con absoluta carencia de liderazgo en la presidencia del Gobierno y con la anunciada bancarrota en el partido que le apoya. Como carencia de liderazgo convincente la hay también en el PP, dispuesto si gana las próximas elecciones generales a hacer, en los temas centrales, lo mismo que está haciendo el actual gobierno.

Todos estos males se han agudizado en el año que termina. En lo económico, las decisiones externas (léase la Unión Europea, Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional y más atrás, como la verdadera fuerza, eso que se llama los mercados) derribaron a Saulo Zapatero en su camino de Damasco y le enseñaron el único camino a seguir. Atrás quedaron las bravatas de recuperación inmediata, de salida socialdemócrata de la crisis, de los brotes verdes y demás zarandajas. Un giro de ciento ochenta grados a partir de la tormentosa noche en Bruselas a principios de mayo.

La crisis institucional, el agotamiento de un ciclo que se inicia con la aprobación de la Constitución, se ejemplifica con la interpretable y tardía sentencia del Constitucional sobre el Estatut, la manifestación de repudio en Barcelona con el president a la cabeza, la respuesta de Zapatero no de respetar esa sentencia sino de tratar de esquivarla y, estos días, el triunfo de CiU con las reivindicaciones de hacer en Cataluña una llamada transición nacional pendiente y la demanda de un concierto económico “ a la vasca”. Un impulso más en el proceso, ya en marcha, de la desvertebración de España.

La crisis política se refleja, entre otras muchas cosas, en el desprecio creciente de la ciudadanía respecto de la política y los políticos, algo enormemente peligroso, la pervivencia de la corrupción y la definitiva pérdida del sentido del Estado por parte del PSOE y del PP, cada vez más una confederación de franquicias que dicen una cosa en un sitio y otra, diferente, en otro. Sus élites periféricas han establecido sus propias relaciones clientelares y se han autonomizado, incluso en algunos casos queriendo ser más nacionalistas que los auténticos.

Crisis ética y de valores, también. En las élites, esas que se suponen que deben ser ejemplo, desde ingresos multimillonarios que coexisten con cerca de cinco millones de parados y pobreza que alcanza ya a cerca de una quinta parte de la población, sofisticados y caros sistemas para eludir impuestos, hasta casos de corrupciones multimillonarias (caso Millet en Cataluña, como ejemplo máximo, no el único). En otro plano, basta echar un vistazo a ciertos canales de televisión (única fuente de “información” de la mayoría) para comprobar que la podredumbre ética y moral siempre puede aumentar.

Uno se pregunta, si ahora, ante esta situación, no pasa nada ¿qué tiene que pasar para que pase algo? ¿Va a reaccionar esta sociedad o va a seguir pasando? ¿Va a continuar la apatía mientras nos deslizamos hacia la “berlusconización” de una nación cada vez más fragmentada?"

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Este país no se hunde

El mes pasado ví una película, Este país no se hunde, que me disgustó sobremanera. Básicamente, el documental (propagandístico) narra los sucesos que acontecen durante una crisis económica en un país (Chiquitistán), pero visto desde un prisma partidista y pro-gubernamental que minusvalora dicha crisis y culpa a factores externos de ella.

Al principio, la película evoca grandes momentos económicos y sociales que han ocurrido en Chiquitistán gracias al partido (CHOE) que gobierna tan brillantemente el país: se crean un montón de empresas, no hay apenas paro, se contruyen grandes complejos residenciales, la gente puede solicitar préstamos hipotecarios o personales sin apenas problemas, van a jugar al padel…(aunque no lo diga abiertamente, el CHOE ha continuado la política económica de su predecesor en el Gobierno, el PUPU).

Pero pasan los años, y las vacas gordas dan paso a las vacas flacas. Se desata una crisis financiera a nivel mundial en los U.U.E.E. por culpa de maniobras torticeras a la hora de conceder préstamos a tó quisqui. El pánico agarrota los mercados y se produce falta de liquidez. Ningún banco se fía de otro. Los grandes bancos centrales tienen que inyectar dinero público para salvar de la bancarrota a muchos bancos (aparece el papa estado para repartir las pérdidas entre todos).

Sin embargo, Chiquitistán cuenta con una carta escondida: Molinero, el presidente del Gobierno (aquel que cuando salió elegido prometió a muchos de sus seguidores que: “¡No os fallaré!”). A partir de aquí la película se dedica a mostrar como Molinero ataja eficazmente la pequeña desaceleración económica que se produce en Chiquitistán (siempre por culpa de la crisis financiera internacional) mientras se critica duramente a la oposición del PUPU, encarnada en su líder Pasoy, el cual prefiere dar la callada por respuesta.

Cuatro días después del estreno de la película, ayuda económica internacional para Chiquitistán por un importe cercano a los 300.000 millones de leuros y dimisión en bloque del gobierno de turno ante las manifestaciones multitudinarias en su contra, al grito de: “¡Molinero, dimisión!”. Eso sí que es tener buen ojo a la hora de estrenar una película.

Carlos LIBER TAD

Los hombres que hablaban demasiado

El lunes por la noche fui a ver el estreno de la película Los hombres que hablaban demasiado. Sabía que trataba sobre fútbol y que se centraba en dos personajes del mismo equipo, el Team Galactic, de la liga chiquitistaní, pero no pensaba que me iba a gustar tanto por la crítica pura y dura hacia estos dos personajes.

Comienza la película con las presentaciones multitudinarias de dos grandes fichajes, Joseph Molinho, el Catedrático, entrenador que lo ha ganado todo en los equipos que ha dirigido, y Crastino Bonaldo, el Guapo, que mete los goles a pares y derrite los corazones de muchas mujeres. En dichas presentaciones se llena el estadio y la masa ruge mientras contempla imágenes de los dos galácticos en anteriores etapas. Toma la palabra el celestial Presidente del Team para ensalzarlos y terminar diciendo que: “Han nacido para jugar en nuestro equipo”.

Continúa el film con el avance arrollador del Team Galactic sobre el resto de equipos nacionales y extranjeros (aunque parecen de medio pelo) mientras los medios de comunicación de la ciudad ensalzan los triunfos por goleada, destacando las figuras de el Catedrático y el Guapo, los cuales se prestan al juego fácil de estar siempre en el candelero (aparecen en ruedas de prensa semanales en las que suelen hablar de sus virtudes y critican veladamente al resto de clubs). Parece que por fin ha llegado el antídoto contra el Fumboll Chus Bachelona, equipo rival que ha dominado el fútbol de Chiquitistán y del mundo en los últimos años; se dice que nunca en la historia otro club ha jugado tan bien.

La película se encamina a su final cuando el Team se tiene que enfrentar al Fumboll Chus Bachelona. El Catedrático y el Guapo encabezan las ruedas de prensa previas en las que confiesan que se sienten superiores y que: “A nosotros nadie nos mete 8 goles”. Mientras, su rival se dedica a entrenar y cuando sus miembros comparecen en las ruedas de prensa respetan con sus palabras a los jugadores del Galactic.

La película termina, a grandes rasgos, con un gran juego del Bachelona y con una goleada histórica (no desvelamos el resultado), justo premio a la humildad y respeto de su entrenador y al buen juego y compañerismo de todos sus jugadores.


Ramón HUMIL DAD